Para articular el sistema de
evaluación de competencias priorizamos
los seis cuestionamientos esenciales cuya interrelación permite construir una
propuesta sólida y coherente de acuerdo
al enfoque de competencias. Es el modelo del hexágono que adapta (Aponte & Garza, 2012) de Tejeda (1998).
Desde la cual se sugiere que se elaboren tres hexágonos; uno para cada tipo de
evaluación: diagnóstica, formativa y sumativa.
La propuesta metodológica en base
a los seis cuestionamientos se define así:
¿Qué? Refiere al objeto de evaluación, es decir, lo que vamos
evaluar (competencias) pero como la competencia es un proceso complejo que por
sí sola no se demuestra, se tiene que trabajar con los dos componentes básicos:
las evidencias y los criterios, que
ambos caracterizan dicho objeto y que proponen un referente para poder
establecer comparaciones, además de especificar con mayor precisión qué es lo
que se pretende evaluar.
¿Para qué? Este es un
cuestionamiento que busca darle sentido a las acciones de evaluación;
funciona; también como filtro para que,
mediante un proceso reflexivo, definamos objetos que en efecto guarden relación
con los propósitos del perfil de egreso y las competencias por desarrollar. En
términos generales, se evalúa para: fortalecer la habilidad de la metacognición
en los estudiantes; que los estudiantes tomen consciencia de sus logros y
aspectos a mejorar; que los estudiantes mejoren efectivamente en su desempeño;
y, que comprendan cómo pueden contribuir
a resolver los grandes problemas humanos.
¿Cómo? Está referido en términos metodológicos a
la técnica más adecuada para llevar a
cabo el proceso de evaluación. De lo que se trata es definir el proceso o las pasos que se va a
seguir de acuerdo con un enfoque ya sea cualitativo, cuantitativo o una
combinación de ambos.
¿Con qué? Se refiere a los
instrumentos que se utilizarán para llevar a cabo el proceso. Los instrumentos
están relacionados directamente con los criterios y con las evidencias que se
va evaluar.
¿Cuándo? Entendida como una serie de acciones
sistematizadas en las que conviene determinar los momentos en que se llevará a
cabo cada evaluación, empezando por la diagnóstica e insertando la formativa y la sumativa, según
las necesidades del propi diseño. Es aquí donde cobra importancia la noción de
que los procesos de la evaluación no son independientes de la planeación del
programa en su conjunto.
¿Quién? Se refiere al agente evaluador, que bien
puede ser el propio docente o un externo, ya sea otro docente, una institución,
una empresa donde realizó alguna práctica o algunos posibles usuarios de los
productos; aquí estamos hablando de la heterovaloración. De igual manera, se
empelará la covaloración, cuando los
sujetos que evalúan son los compañeros. Cuando el propio estudiante es quien
evalúa, estamos considerando la autovaloración, una capacidad imprescindible
que requiere ser desarrollada de manera intencional por el propio proceso
evaluatorio; si los estudiantes aprenden a auotevaluarse, estaremos promoviendo
procesos de autogestión, muy necesarios para el desempeño en la vida misma.
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